Actividad Física y la Discapacidad Psiquiátrica

05.08.2022

El 10 de octubre de cada año, se conmemora el día mundial de la salud mental, en donde se busca que las personas puedan comprender el significado de cuya condición, con el fin de centrarse en la identificación para tratar la salud mental y así prevenir los trastornos latentes de índole emocional y conductual. La Organización Mundial de la Salud (OMS), describe a la salud mental como un estado de completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente como una ausencia de afecciones o enfermedades.

Es importante mencionar que Chile, se ubica entre los países con mayor prevalencia de enfermedades psiquiátricas, encontrándose entre ellos el consumo del alcohol, seguidos de las discapacidades psiquiátricas, las cuales se producen en los adultos y que se deben a las alteraciones en su desarrollo intelectual o enfermedades mentales, que se manifiestan en las personas, y que a lo largo del tiempo, esta puede llegar a interferir en su desempeño social y adaptaciones propias en sus diferentes entornos en los que se moviliza, creando limitaciones que pueden producir disfunciones temporales o permanentes para la realización y ejecución de actividades de su vida diaria (AVD).

Si bien las condiciones mentales, manifiestan condiciones asociadas, tales como; lo son la depresión, trastorno de ansiedad, psicosis, trastorno bipolar, esquizofrenia, trastorno esquizo-afectivo, trastorno dual, entre otros, es alarmante y no menos importante, que un estudio menciona que el 46% de personas que poseen un trastorno mental, puede evolucionar a un problema físico de larga duración (Naylor et al., 2012), pero es lamentable mencionar que estas personas con una enfermedad mental grave, pueden llegar a proyectar una esperanza de vida de 20 años, a diferencia de la población general, entre las causas principales de sus muertes, se asocia a enfermedades de carácter físico las cuales podrían ser evitable.

Si bien Organización Mundial de la Salud (OMS), ha propuestos 10 recomendaciones para ser implementada en Chile y en otros países, para reducir las deficiencias encontradas en el tratamiento de la enfermedad mental, ninguna contempla las acciones concretas concernientes al desarrollo de la actividad física y el deporte como parte de la prevención y el tratamiento en este grupo.

El ejercicio físico, mejora las capacidades físicas funcionales, psicológicos y actitudinales, fisiológicamente lo podemos asociar mayores síntesis y liberación de neurotransmisores como a factores neurotróficos, también promueve la liberación de serotonina que aumenta el bienestar general de la persona, también libera endorfinas que propician un estado de relajación que autoprotege frente al estrés y ansiedad, dopamina que produce placer que puede ser un motivador a la práctica del ejercicio físico regular, oxitocina que se relaciona con los vínculos personales y el afecto.

La actividad física (AF), ha demostrado ser un apoyo esencial para la prevención y tratamiento de enfermedades no trasmisibles, y ha sido un aliciente para mejorar de forma positiva la salud mental de las personas, así como conceder una mayor calidad de vida y bienestar, proporcionado grandes beneficios a lo largo de sus vidas. Algunos estudios han podido destacar ciertas mejorar, tales como: que la actividad física aeróbica de intensidades altas, puede mejorar la atención, la memoria de trabajo y la cognición social en las personas con esquizofrenia, se hace mención a que los ejercicios producen modificaciones en la estructura cerebral, como la disminución del volumen de la sustancia gris y el aumento de las conexiones estructurales en la sustancia blanca, (XXVII Curso Nacional de Actualización en Psiquiatría 2019), otro estudio da a conocer que los sujetos con niveles altos o moderados de actividad física total, presentan niveles de salud mental superiores en comparación a los que realizan un nivel bajo de actividad física, esto fue determinado después de comparar a 1.400 personas entre 15 y 74 años Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF) de la Universidad Politécnica de Madrid (2015).

Dentro de este contexto, es necesario comprender que la actividad física, sin importar la condición de la persona, puede generar dentro de ella una mejora sustancial del ser humano provocando cambios en el tiempo, abriendo posibilidades positivas hacia la sociedad y por sobre todo consigo mismo, ahora bien, debemos saber qué tipo de actividades son recomendadas, para comenzar una intervención, para ello debemos comprender que la actividad física y el deporte, deben adaptarse a las condiciones que presentan la condición y características psíquicas mentales, física y necesidades individuales de la persona, con el fin de orientarlos hacia su propio éxito, lo importante, es que sus actitudes como los es su independencia, vayan en post de su superación personal, sin generar presión dándole un sentido de promoción a su relación interpersonal en el entorno que se desarrolla. Una prescripción de manera adecuada de la actividad física, producirá una adherencia a la práctica del ejercicio físico, lo que nos permitirá orientar un proceso de evaluación en la condición física de la persona, lo cual nos proporcionara datos sobre los cambios producidos en la práctica regular, dentro se las recomendaremos para una práctica de la actividad física (Efectos del ejercicio físico sobre la salud mental.

Una mirada desde la evidencia científica existente, 2018). Podemos mencionar lo siguiente:

  • Duración: se propone una duración entre los 30 y 60 minutos por sesión como la ideal (Subirats Bayego et al., 2012), por otro lado, la Organización Mundial de la Salud, propone que se debe trabajar dependiendo del efecto esperado siendo de 150 minutos semanales para mantener el estado de salud o de 300 minutos para contrarrestar los factores de riesgo cardiovascular (OMS, 2004).
  • Frecuencia: el número de días por semana que se va a realizar la sesión de ejercicio físico entre 3 a 5 veces por semana (Subirats Bayego et al., 2012), una frecuencia inferior a 3 días no genera cambios significativos (Jimenez, Martínez, Miro, & Sánchez, 2008).
  • Ritmo de progresión por fases: fase inicial empieza con sesiones de 12-20 minutos desde la primera a la sexta semana, sin contar la fase de calentamiento se espera que durante esta semana la adaptación de la capacidad física del individuo, la segunda fase mejora que se comprende desde la sexta hasta la veintisiete semanas, se incrementara la intensidad y la duración por encima de los 20 minutos y finalmente la fase de mantenimiento, que se alcanza entre los seis meses con una duración de 45 a 60 minutos aproximadamente cinco veces a la semana y debe mantenerse (aleman & ortin, 2010)
  • Estructura de la sesión: calentamiento, se deben realizar ejercicios que activen todo el componente músculo esquelético, su intensidad debe ser suave, ya que el objetivo, es solo preparar el cuerpo para la fase de esfuerzo, en la que se aplicará el tipo de ejercicio escogido (fuerza o aeróbico), con el ajuste de la prescripción para cada una de las variables, y finalmente, en la fase de recuperación, se busca disminuir progresivamente la intensidad para finalizada la sesión. (Subirats Bayego et al., 2012).
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